El libro es nuevo, pero debido a su antigüedad (1983) posee manchas de humedad en sus hojas.
Más allá del tiempo y de la doctrina, propone una pregunta sobre la vida del hombre. Resulta casi un lugar común aceptar la idea o la imagen del mundo como un escenario, donde la representación se hace breve y los atributos, transitorios. Resta aún considerar qué puede ser lo permanente. La respuesta de Calderón resuena en el silencio de los gestos. Vivir no es un monólogo frente a los otros, sino la elección de un humanidad compartida.
El libro es nuevo, pero debido a su antigüedad (1983) posee manchas de humedad en sus hojas.
Más allá del tiempo y de la doctrina, propone una pregunta sobre la vida del hombre. Resulta casi un lugar común aceptar la idea o la imagen del mundo como un escenario, donde la representación se hace breve y los atributos, transitorios. Resta aún considerar qué puede ser lo permanente. La respuesta de Calderón resuena en el silencio de los gestos. Vivir no es un monólogo frente a los otros, sino la elección de un humanidad compartida.