No puedo dejar de decir que estoy escribiendo estas líneas con una sonrisa que me domina, después de, verdaderamente, llorar de risa mientras leía las cuatro obras que conforman este libro.
Lombrices, Estocolmo, Amarte y Guarda abajo, son obras en las que predomina un humor que, a pesar de ser disparatado, nos permite reconocer los vínculos extraños, en ocasiones trágicos y la mayoría de las veces desopilantes, con los que convivimos cotidianamente. Esa mixtura (la de lo extraño pero reconocible), tan atractiva no solo en el teatro, sino también en el arte, en general.
Eduardo Rovner
No puedo dejar de decir que estoy escribiendo estas líneas con una sonrisa que me domina, después de, verdaderamente, llorar de risa mientras leía las cuatro obras que conforman este libro.
Lombrices, Estocolmo, Amarte y Guarda abajo, son obras en las que predomina un humor que, a pesar de ser disparatado, nos permite reconocer los vínculos extraños, en ocasiones trágicos y la mayoría de las veces desopilantes, con los que convivimos cotidianamente. Esa mixtura (la de lo extraño pero reconocible), tan atractiva no solo en el teatro, sino también en el arte, en general.
Eduardo Rovner