El hombre está preso en el calabozo de la comisaría en la que trabaja.

Habla, habla mucho. Habla solo, monologa.

Rebalsa rabia, resentimiento y humanidad. Recuerda, evoca, reconstituye.

El hombre se llama Franco.

Franco es un carabinero.

Soledad se construye a sí misma desde el maquillaje, pero a diferencia de Franco, Soledad no se esconde tras este: el maquillaje permite que su cuerpo aparezca en gloria y majestad.

Ambos hablan para comprender(se).

Franco y Soledad no espejean la realidad, la absorben para construir otra, capturan sus fuerzas para levantar una nueva, que emerge con brío, como una anomalía, como un desvío fascinante de la realidad que habitamos.

Alexandra von Hummel

Rabia de José María Pizarro

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El hombre está preso en el calabozo de la comisaría en la que trabaja.

Habla, habla mucho. Habla solo, monologa.

Rebalsa rabia, resentimiento y humanidad. Recuerda, evoca, reconstituye.

El hombre se llama Franco.

Franco es un carabinero.

Soledad se construye a sí misma desde el maquillaje, pero a diferencia de Franco, Soledad no se esconde tras este: el maquillaje permite que su cuerpo aparezca en gloria y majestad.

Ambos hablan para comprender(se).

Franco y Soledad no espejean la realidad, la absorben para construir otra, capturan sus fuerzas para levantar una nueva, que emerge con brío, como una anomalía, como un desvío fascinante de la realidad que habitamos.

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