"Alejandro Finzi desmiente una vez más el postulado kantiano de que los objetos artísticos presentan una finalidad sin fin. Claro, la obra no procede de los entornos burgueses previos a la caída del Ancien Regime, ni extrae su indescriptible fuerza poética del antirracionalismo romántico.
En el escenario del capitalismo amenazante, Finzi hace resonar el clamor patagónico ante devastaciones e invasiones que podrían ser incontenibles o irreversibles. Mientras las potencias transnacionales sortean el botín de las reservas, un pastor y un insólito campesino chino entablan un diálogo que también es su historia: el sufrimiento, el despojo, el sin sentido". Miguel Angel Santagada
"Alejandro Finzi desmiente una vez más el postulado kantiano de que los objetos artísticos presentan una finalidad sin fin. Claro, la obra no procede de los entornos burgueses previos a la caída del Ancien Regime, ni extrae su indescriptible fuerza poética del antirracionalismo romántico.
En el escenario del capitalismo amenazante, Finzi hace resonar el clamor patagónico ante devastaciones e invasiones que podrían ser incontenibles o irreversibles. Mientras las potencias transnacionales sortean el botín de las reservas, un pastor y un insólito campesino chino entablan un diálogo que también es su historia: el sufrimiento, el despojo, el sin sentido". Miguel Angel Santagada